TEXTO 5: La acción desquiciada de Bush hará pedazos a muchos en Afganistán, no a los bin Laden - Rossana Rossanda FONTE: http://www.comexnews.com.br/detail.cfm?IDConteudo=5965
("Sí, soy antiimperialista", por Rossana Rossanda, intelectual italiana. El artículo fue publicado en el diario Il Manifesto)
O están conmigo o están con bin Laden, grita Bush, mientras se dispone a castigar a Afganistán, incluidos talibanes, no talibanes y pueblo todo. Conozco el chantaje. En ésas no entro. No me encuadro con Bush y dejo a los imbéciles que deduzcan que estoy con bin Laden. Querría reflexionar sobre lo que pasó, sobre lo que puede pasar y sobre qué hacer.
El 11 de septiembre no empezó una guerra. Las guerras comprometen a los países. Fue una acción terrorista y posee todos sus rasgos, destinados a multiplicar el pánico: la prioridad del símbolo, el ataque inesperado, los escuadrones secretos y el entramado suicidio-homicidio. El terror tiene como fin promover el terror. De los muchos atentados de la historia no muchos son terroristas, pero éste sí: quien lo realizó conocía su objetivo, las debilidades de su dominio aéreo, la amplificación segura que ganarían en los medios. Gracias a ellos, dos torres se desplomaron no una sino diez mil veces desde las pantallas, ayudando a que se grite: ¡es una guerra! Los autores del atentado, está claro, ya lo tenían calculado.
No fue el apocalipsis. No en la acepción ingenua de devastación enorme: devastaciones mucho más imponentes se llevaron a cabo en los últimos diez años. Pero no definimos como apocalipsis a la de los 150 mil degollados en Argelia, a la de 600 o 700 mil tutsi asesinados por los hutu, la de los 300 mil que mató en Irak la operación "Tormenta del Desierto" y el medio millón de chicos que mueren, se dice, por el embargo de medicamentos. Mucho menos a los muertos de Turquía o de la India. Entonces, ¿algunas matanzas pesan como montañas y otras como plumas? Si no es correcto valorar un acontecimiento solamente a partir del número de víctimas, tampoco es lícito valorarlo solamente a partir del daño que causa a la idea de sí mismo que tiene quien resulta herido, en este caso Estados Unidos. Aún más turbia es lacita culta del Apocalipsis: enfrentamiento final entre la Bestia y el Cordero. El Bien somos nosotros; ellos son la Bestia. Así dijo Bush. Y agregó: "Dios está con nosotros".
El Islam es un océano, y demostrar que tiene sus fundamentalismos es tan fácil como demostrar los del cristianismo y el judaísmo. No obstante Ariel Sharon no es "los judíos", Pío XII no era "los católicos", y tampoco el imbécil de Bush es "los norteamericanos", aunque sean o hayan sido los líderes proclamados en esas regiones. Nada hace pensar que el ataque contra las dos torres vaya contra el cristianismo. Dudo que sea un ataque contra la democracia: seguro que no lo es en el mundo de la mercancía y del comercio, contra el que nadie en el Islam -ni siquiera los talibanes- tiene nada. Quienorganizó el atentado quiso golpear la arrogancia de los Estados Unidos en Medio Oriente y poner en problemas a sus Estados aliados árabes.
No fue una venganza de los pobres. No es de los pobres ni para los pobres la dirigencia de la Jihad, que atraviesa todo el Islam sin tener (todavía) un Estado propio y juega también con la desesperación, ignorancia y opresión de las masas cuyo consenso les es necesario a las dictaduras árabes, obligando a estas últimas a tirar la piedra y esconder la mano. A la Jihad la manejan potentados y financistas que conocen el funcionamiento y los medios y recursos de los Estados Unidos. En este sentido, Osama bin Laden, árabe saudita, ex agente de la CIA, es un modelo. Hasta que no fue tocado por ellos, Occidente no se preocupó en lo más mínimo por masacres y fundamentalismos, privilegiando los negocios. No se preocupó cuando ante los ojos de todos en Afganistán se entrenaban fundamentalistas de todos los orígenes.
Ni siquiera el agudo Noam Chomsky se acuerda de que antes de 1989 una Guerra del Golfo hubiera sido impensable. Y que quien ha llamado desde los emiratos a los Estados Unidos, hace tiempo que no aprecia que se queden ahí de manera tan pesada. > En definitiva, la Jihad creció al volverse afín a cualquier visión laica de rescate de esas poblaciones. Y esto se acrecentó con la caída de lasdos superpotencias que la paralizaban: la Unión Soviética y el bloque a la vez contingente y leonino que formaban las dirigencias árabes con el Pentágono. Nacionalismo, fundamentalismo, intereses sumamente concretos de algunos y desesperación de muchos hicieron de la Jihad la mezcla explosiva que es hoy. No hay nada más estúpido que criar al terrorismo y pensar que se puededisponer de él.
La acción desquiciada de Bush hará pedazos a muchos en Afganistán, no a los bin Laden.Sin embargo, no se atreverá a invadir: los rusos le mostraron que no le iba a resultar. Pero va a bombardear a diestra y siniestra Kabul y quizás,según la costumbre, Bagdad. La unificación capitalista no hizo de los Estados Unidos un imperio, aunque fuera menos culto que el que ya no le gustaba a Tácito. Los Estados Unidos no son eso. Ni asimilan ni hacen de mediadores. Bush se mete en una guerra que no dividirá a los Estados árabes, y que aumentará el potencial de venganza de la Jihad. La única guerra que es capaz de ganar es en su casa, contra la tan vindicada "sociedad abierta". Se expone a recibir nuevos golpes, a no ganar en ningún lado y a perder poco a poco el consenso que obtuvo el 11 de septiembre.
Hay errores sin remedio. De eso se da cuenta Europa que por momentos lo apoya y por momentos toma distancia, firma pactos despiadados con la OTAN y después elucubra sobre el artículo 5; no quiere mandar a sus conscriptos a los montes afganos ni complicarse la vida con los musulmanes que tiene en casa. Tampoco con el Mediterráneo. Tendríamos que darnos cuenta, nosotros también, de que estamos entre la espada y la pared, porque no hay oportunidad que no sea buena para intentar masacrar a la poca izquierda que queda. También nosotros tenemos nuestras culpas, aunque solo fueran por omisión.
Los acontecimientos nos pasan factura y hay que responder por lo que somos. No somos todos norteamericanos. Yo, por lo menos, no lo soy. No aprecio los "valores" liberales que imponen los Estados Unidos. Me duele el luto de sus ciudadanos, pero no me gusta que se hayan creído por encima de las consecuencias de lo que hace su país. ¿Se me llamará antinorteamericana? Sí, lo soy, y no deja de sorprenderme que muchos amigos que lo eran más que yo en el pasado vacilen tanto ahora. Considero que los Estados Unidos todavía están sosteniendo una política imperialista que daña a otras poblaciones y se les volverá en contra. Soy antiimperialista, otra palabra que me parece signada de ostracismo. La verdad es que somos pobres. Pero eso no nos absuelve de decir no. Bush es un loco peligroso, no va a atacar a la Jihad sino a mucha gente sin culpa, y empujará a Estados Unidos a vivir asediando el mundo y a ser asediados por él.
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